Hombre capturando la pantalla del ordenador

Páginas web, redes sociales, correo electrónico,… son algunos ejemplos de servicios que diariamente son utilizados por millones de personas en el mundo. Internet ha facilitado la comunicación entre personas y cualquiera con acceso a Internet puede generar contenido, el cual, se pone a disposición de todo el planeta de forma casi instantánea.

Y como casi todo en lo que el ser humano interviene, más pronto que tarde aparecen los conflictos. Raro es el día que no escuchamos o leemos que un mensaje en una red social ha desatado un verdadero «incendio» en Internet. A veces pueden ser comentarios desafortunados que más allá de la repercusión no llegan a más, pero hay muchas otras veces que se traspasa la línea de la legalidad: fraudes, calumnias, estafas, violación de propiedad intelectual, delitos de odio, …

Cualquier persona o empresa que se encuentre ante una violación de sus derechos debe denunciar inmediatamente los hechos ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero, ¿cómo se garantiza que el contenido susceptible de delito seguirá disponible e inalterado hasta que un juez pueda valorarlo?

Crear contenido en Internet es muy sencillo, pero también lo es modificarlo e incluso borrarlo. Y justo ahí es donde aparece un problema importante: la volatilidad de las pruebas.

Seguramente, de forma casi instintiva, lo primero que hará el usuario es hacer una captura de pantalla (lo que comúnmente llamamos pantallazo). Es un buen comienzo, pero seguramente tendrá un recorrido muy corto.

¿Qué ocurre si el usuario presenta como prueba su captura de pantalla (o incluso un vídeo) y el contenido ya no existe o ha sido alterado?, ¿Cómo puede saber el juez que la prueba es auténtica y no ha sido modificada?

Si la parte contraria impugna las pruebas que presentamos (cuestiona la autenticidad de la prueba), va a ser misión imposible poder acreditar que la misma no es falsa si el contenido ya no existe.

¿Sabías que cualquiera puede modificar contenido de cualquier página en Internet, redes sociales,… y hacer una captura de pantalla simulando que es real? Mira el siguiente vídeo donde conseguimos imprimir un mensaje falso en la cuenta de la Casa Real:

Please accept estadísticas, marketing cookies to watch this video.

¿Has visto que fácil es crear pruebas falsas? Un sistema garantista como el nuestro, ante la más mínima duda, no puede aceptar pruebas cuya autenticidad e integridad no están aseguradas.

A parte del pantallazo, que ya hemos visto que no es fiable, existe otra solución clásica: los notarios, que acompañados de un perito informático podrán dar fe de un cierto contenido en Internet. Y aquí es importante remarcar que se necesitan las dos figuras, el notario y el perito. Si falta alguno de los dos, la prueba será fácilmente impugnada.

¿Es eficiente y viable tener que reunir a dos profesionales (notario y perito) para dejar constancia de por ejemplo un tweet? ¿Llegarán a tiempo para poderlo certificar o el contenido ya estará borrado o alterado?

Parece obvio que la solución clásica no es ni la más eficiente, ni la más rápida, ni mucho menos la más económica. De ahí que nazcan soluciones alternativas adaptadas a la realidad de Internet: los testigos online como SaveTheProof.com

Los testigos online son terceros independientes que certifican el contenido de una página web o de un fichero a petición de un usuario. En lugar de utilizar la infraestructura del usuario (ordenador, conexión a Internet, navegador,…) y que éste podría manipular, el testigo online utiliza infraestructura propia para certificar el contenido del cual el usuario necesita dejar constancia. Además, el testigo online incluirá en el certificado información técnica (trazas) para garantizar la autenticidad e integridad del documento, así como del proceso de obtención de la prueba.

¿Qué se puede certificar con SaveTheProof.com?

Si no sabes qué tipo de certificado es el mejor para certificar el contenido que necesitas en tu caso o tienes cualquier otra consulta contáctanos en [email protected] o a través de nuestro chat.

Páginas web, redes sociales, correo electrónico,… son algunos ejemplos de servicios que diariamente son utilizados por millones de personas en el mundo. Internet ha facilitado la comunicación entre personas y cualquiera con acceso a Internet puede generar contenido, el cual, se pone a disposición de todo el planeta de forma casi instantánea.

Y como casi todo en lo que el ser humano interviene, más pronto que tarde aparecen los conflictos. Raro es el día que no escuchamos o leemos que un mensaje en una red social ha desatado un verdadero «incendio» en Internet. A veces pueden ser comentarios desafortunados que más allá de la repercusión no llegan a más, pero hay muchas otras veces que se traspasa la línea de la legalidad: fraudes, calumnias, estafas, violación de propiedad intelectual, delitos de odio, …

Cualquier persona o empresa que se encuentre ante una violación de sus derechos debe denunciar inmediatamente los hechos ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero, ¿cómo se garantiza que el contenido susceptible de delito seguirá disponible e inalterado hasta que un juez pueda valorarlo?

Crear contenido en Internet es muy sencillo, pero también lo es modificarlo e incluso borrarlo. Y justo ahí es donde aparece un problema importante: la volatilidad de las pruebas.

Seguramente, de forma casi instintiva, lo primero que hará el usuario es hacer una captura de pantalla (lo que comúnmente llamamos pantallazo). Es un buen comienzo, pero seguramente tendrá un recorrido muy corto.

¿Qué ocurre si el usuario presenta como prueba su captura de pantalla (o incluso un vídeo) y el contenido ya no existe o ha sido alterado?, ¿Cómo puede saber el juez que la prueba es auténtica y no ha sido modificada?

Si la parte contraria impugna las pruebas que presentamos (cuestiona la autenticidad de la prueba), va a ser misión imposible poder acreditar que la misma no es falsa si el contenido ya no existe.

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A parte del pantallazo, que ya hemos visto que no es fiable, existe otra solución clásica: los notarios, que acompañados de un perito informático podrán dar fe de un cierto contenido en Internet. Y aquí es importante remarcar que se necesitan las dos figuras, el notario y el perito. Si falta alguno de los dos, la prueba será fácilmente impugnada.

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Parece obvio que la solución clásica no es ni la más eficiente, ni la más rápida, ni mucho menos la más económica. De ahí que nazcan soluciones alternativas adaptadas a la realidad de Internet: los testigos online como SaveTheProof.com

Los testigos online son terceros independientes que certifican el contenido de una página web o de un fichero a petición de un usuario. En lugar de utilizar la infraestructura del usuario (ordenador, conexión a Internet, navegador,…) y que éste podría manipular, el testigo online utiliza infraestructura propia para certificar el contenido del cual el usuario necesita dejar constancia. Además, el testigo online incluirá en el certificado información técnica (trazas) para garantizar la autenticidad e integridad del documento, así como del proceso de obtención de la prueba.

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